Fernando Botero es el artista más importante en la historia de Colombia. Con pocos personajes se pueden hacer afirmaciones de tal contundencia, pero es que en el caso del antioqueño, simplemente no cabe duda. Y él mismo lo sabía: “Soy Fernando Botero, el pintor vivo que más exposiciones ha hecho en el mundo. Nadie ha hecho lo que yo he hecho en pintura”. Así se lo dijo a la Revista Diners —de esta misma casa editorial— en una entrevista concedida a su entonces directora en el 2012.

Su trabajo en el campo de la escultura también fue notable: algunas de sus piezas todavía están en partes importantes de ciudades como Nueva York o Cartagena de Indias, sin contar las exposiciones temporales que hizo en vida en los Campos Elíseos, de París; en Park Avenue, en Nueva York; en la plaza de la Señoría de Florencia, o en el Gran Canal de Venecia.
Sin embargo, según contaba él mismo en la misma entrevista mencionada más arriba, su relación con la pintura y el dibujo era más íntima y personal, pues en una obra hecha con estas técnicas, solamente participaba él.

Fue quizás por eso que estuvo tan involucrado en el proceso de creación de Vía Crucis, un libro de lujo que reúne 34 dibujos y 27 cuadros, cuya reproducción fue supervisada por él personalmente. Esta edición es una representación del vía crucis desde la perspectiva del pintor.
La participación de Botero en Vía Crucis
Botero se implicó en cada uno de los cuidados del proceso. Esto hace que este proyecto tenga mucho valor, gracias al gran cuidado al detalle de cada obra. De alguna forma, las contadas ediciones de este libro son obras de arte en sí mismas.
Los dibujos, que guardan absoluta fidelidad a los originales, realizados a lápiz y acuarela sobre papel, se encargan de mostrar esa capacidad de Botero frente al dibujo y la identidad propia del estilo del artista. Cada lámina se acompaña de una cita de la Biblia, impresa en papel semitransparente rojo.

La portada es una imagen inédita impresa sobre tela de lienzo: Cerca de la Cruz (2010), una obra que pertenece a una colección particular del colombiano que representa a María Magdalena a los pies de la cruz de Jesucristo. Una primera apreciación de esa sensualidad de la forma, ese volumen inconfundible del ‘boterismo’.
Su amor por Colombia
Además de las 61 obras, Vía Crucis tiene un estuche que funciona como una escultura y también un libro de estudios que profundiza en todos los aspectos de la serie allí expuesta. En este se reseña esa contribución al arte universal que hizo Botero, siempre privilegiando a Colombia, tanto en los temas de su obra como en las donaciones que le hizo al país, que sirvieron para crear el Museo de Antioquia, en Medellín, y el Museo Botero, en Bogotá.
“Una de las cualidades que definen la importancia de nuestra edición de Vía Crucis es su doble condición de homenaje: Botero rinde tributo a su Colombia natal y, al mismo tiempo, a sus grandes referentes como artista”, explican los editores de este libro.

“En esta serie, el maestro explora su mundo interior e incorpora referencias a su tierra natal. Por ejemplo, algunas obras remiten a los paisajes y las calles de su infancia y, al mismo tiempo, ofrecen numerosas citas visuales a los artistas que más le influyeron”, concluyen los editores.
Vía Crucis es un homenaje al arte colombiano desde la perspectiva de su más grande exponente. Y es, por supuesto, una celebración a su vida y su legado, que queda inmortalizado en estas páginas que de alguna manera son su última gran obra de arte.