La casa de un cantante en Medellín está suspendida en la montaña

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La casa de un cantante en Medellín está suspendida en la montaña

Nick Wiesner y Anna Dave, cortesía Cinco Sólidos

Esta vivienda en Medellín, que se implanta sobre una construcción anterior, la concibió la firma Cinco Sólidos a partir de dos principios fundamentales: la exaltación del paisaje natural que envuelve el lugar y la incorporación de elementos afines al estilo de vida de su propietario. 

“Las condiciones del terreno influyeron en gran medida en las decisiones que se tomaron con respecto al proyecto. Por ejemplo, la topografía permitió que la casa se ubicara en un punto alto, desde donde es posible admirar la naturaleza, y la presencia de numerosos elementos naturales motivó la creación de jardines y patios interiores, así como la apertura de enormes ventanales”, comenta la ingeniera de diseño María José Fernández, cofundadora de Cinco Sólidos.

El concepto para esta obra era claro: lograr una imagen ligera, prácticamente ingrávida, que se refleja en la manera como la construcción se eleva por encima del terreno, como si se tratara de una casa flotante. 

En cuanto al programa, desde un principio buscaron que la distribución fuera flexible, con el fin de que el inmueble se adapte a los cambios devenidos a lo largo del tiempo; de ahí que los espacios considerados tradicionales, como la zona social —sala, comedor, cocina, entre otros— y la zona privada —habitaciones—, se ordenan en una forma “atípica”. 

Por ejemplo, en el ala derecha hay tres habitaciones, interconectadas por una gran terraza con sala de estar y comedor al aire libre, piscina y cancha de baloncesto elevada. La alcoba principal contiene un vestíbulo, que direcciona hacia un pequeño gimnasio y una zona de spa. En suma, las recámaras son una extensión sobria y discreta del conjunto de la casa.   

Casa en la montaña en Medellín

La cocina, que en las viviendas contemporáneas suele disponerse junto a la sala con el propósito de que esta se integre al área social, aquí es independiente, mantiene sus límites. No obstante, su carácter introvertido se conecta visualmente con un espacio abierto hacia el paisaje.   

Con la misma premisa de crear espacios al margen de lo convencional, los interiores se equiparon —en su mayoría— con piezas de mobiliario e iluminación diseñadas a la medida, es decir, fabricadas exclusivamente para esta casa.

“El concepto del proyecto está presente en cada detalle; por ese motivo, el diseño de los muebles y las luces oscila entre el movimiento y la quietud, la sobriedad y el eclecticismo”, asegura Fernández.

A lo anterior, la ingeniera de diseño agrega lo siguiente: “La inspiración provino de conocer ampliamente tanto al cliente del proyecto como el lugar donde se encuentra la casa”. De ahí se desprende una referencia clave para los autores: la arquitectura japonesa zen, cuyas características principales se evidencian en el uso de materiales de origen natural.

Dentro de la arquitectura zen se incluyen elementos como espejos de agua, jardines y una paleta de color basada en contrastes. Igualmente, los patios interiores y los grandes ventanales hacen eco de la cultura oriental, pues permiten el paso de la luz natural, a la vez que vuelven permeables los espacios. 

Así mismo, el interiorismo se fundamenta en objetos que refuerzan el concepto que define la obra —la sensación de levedad o ingravidez—, bien sea mediante el empleo de materiales afines o desde el lado opuesto: la incorporación de elementos disruptivos. Muestra de esto son las lámparas, fabricadas en materiales flexibles y livianos, al igual que la presencia de superficies lisas y continuas. 

Por su parte, la mesa de centro, diseñada específicamente para la sala, expresa tanto la conexión entre lo natural y lo artificial como el contraste entre lo pesado y lo ligero. Y el comedor, contiguo a este espacio, es interrumpido por una estructura de vidrio que encapsula un árbol que también se ve desde la entrada. 

En el presente proyecto, los elementos naturales son capturados y reverberan en el interior; prueba de esto es el imponente bonsái —de generosas proporciones—, enmarcado por una circunferencia que perfora uno de los muros para que este se pose en un espejo de agua con piedras de fondo. 

Finalmente, “la casa se funde con su entorno, caracterizado por la silueta de la cordillera Central. Y a pesar de su carácter escultórico, consigue ser una con este”, puntualiza Fernández. 

Cinco puntos para destacar de esta casa

1. El concepto de esta casa se inspira en la arquitectura japonesa zen. 

2. Los materiales orgánicos dan continuidad a la estética de la construcción.

3. La elevación del terreno, así como la posición de la casa, hacen que esta se perciba “en el aire”.

4. Los patios interiores hacen eco del paisaje del entorno. 

5. El mobiliario se diseñó en función de la imagen general del proyecto, caracterizado por las texturas lisas y los colores sólidos. 

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