Hay una idea general sobre cómo debe hacerse la arquitectura interior de los establecimientos relacionados con la salud: todo blanco, aséptico, frío y simple. Pero no siempre tiene que ser así. O al menos así lo piensa la doctora Luisa Fernanda Galindo, dermatóloga que atiende en su consultorio, Dermobog, al norte de Bogotá.
“Los consultorios son aburridos e invasivos. Son espacios que no le traen a las personas buenos recuerdos. La conexión emocional que tienen los pacientes con los consultorios, hospitales o centros de salud es, en general, de rechazo”, opina Luisa Galindo.

De ahí que decidiera hacer una apuesta en Dermobog por lograr crear un espacio en el que se pudiera seguir cuidando a la gente y haciéndola sentir segura, pero en un entorno más cómodo, calmado, cálido y agradable. “Tenemos un enfoque en el bienestar, no sólo de la piel, sino de las emociones y sensaciones. No por eso dejamos de lado el nivel profesional ni la calidad tecnológica y científica”.
La doctora Galindo explica que la intención era tener un espacio en el que hubiera un equilibrio entre la limpieza y la calidez. “En un espacio en el que se hacen intervenciones médicas, un paciente se va a sentir más seguro si ve que alrededor todo está impecable, pero un ambiente aseado no debe verse necesariamente como un ambiente aburrido”, explica.

Así empezó la remodelación de Dermobog
Lo que motivó esta renovación fue que era necesario, por desgaste, cambiar un piso del consultorio y pintar una pared, pero la doctora aprovechó la oportunidad para “hacer de cuenta que pusimos una bomba y teníamos que reconstruir todo”.

La instrucción que le dio a la arquitecta que ejecutó el diseño fue: “Quiero que este consultorio no parezca un consultorio. Me imagino que la gente pase y pueda llegar a confundir el lugar con un café o una oficina creativa”.
“Hice dos carpetas de referencias para direccionar el proyecto: en una puse todas las ideas que quería seguir, usando ejemplos de espacios como apartamentos, bibliotecas o restaurantes; en la otra, puse lo que de ninguna manera podía servir como inspiración: lugares fríos, o con dorados y brillantes”, cuenta la doctora.
El mayor reto
El proceso parecía ir muy bien hasta que se enfrentó con la normatividad impuesta por la Secretaría de Salud. “El diseño tuvo que limitarse mucho. Por ejemplo, yo quería tener un papel de colgadura, pero las reglas exigen que las paredes tengan pintura lavable. También debe haber media caña en las esquinas, entre el piso y las paredes y también en el borde del cielorraso.

Otras de las limitaciones, explica la doctora, son que los objetos de diseño que sirvan como decoración, o el arte que haya en cada espacio, también debe ser lavables, igual que las telas de los muebles. La madera, que es un material tan cálido, sólo puede usarse en ciertos espacios.
Sin embargo, con todo y restricciones, con los muebles de diseño creados por la arquitecta, con la correcta elección de la paleta de colores se llegó al objetivo de que el consultorio fuera un lugar en el que se puede disfrutar una estadía. La vista a los cerros y la iluminación cálida terminaron de crear esa atmósfera.

“Además, el espacio no sólo es agradable para los pacientes y visitantes, sino también para nosotros: el personal médico que lo habitamos durante toda la jornada. Para mí era muy importante sentirme bien en mi lugar de trabajo, y lograr lo mismo para el resto del equipo”, concluye Luisa Galindo.
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Ubicación: calle 119 # 7-14, Santa Ana Medical Center, consultorio 714.