Park Avenue siempre ha sido sinónimo de la alta sociedad tradicional neoyorquina. Este proyecto de renovación parcial, ubicado en una de las más icónicas avenidas de Nueva York, simboliza la llegada de nuevos residentes con ideas frescas, pero con nostalgia por la tradición.

Enmarcar la herencia persa, personificada en una joven ejecutiva y enérgica, no representó un reto para la diseñadora de interiores colombiana Francisca Trujillo, encargada de esta renovación; más bien fue un proyecto creativo que fluyó con naturalidad. Aquí el color desempeñó un papel crucial, que se refleja en cada rincón de este apartamento de dos habitaciones, tres baños, sala, comedor y cocina.

“Todo comenzó con una mesa Chippendale”, recuerda la diseñadora. Su cliente tenía claro que contar con piezas con historia era innegociable. De igual manera, Francisca sabía que para lograr una coherencia visual y funcional debía hacer lo que mejor sabe: entablar una conversación entre lo antiguo y lo nuevo, y hacer que funcionara.

La renovación y los nuevos espacios
Dicho esto, al recorrer el apartamento se perciben estos diálogos entre lo tradicional y lo moderno. Una mesa de comedor del estilo del ebanista inglés Thomas Chippendale, precursor del interiorismo del siglo XVIII, se combina armoniosamente con las sillas Rey, del diseñador Bruno Rey, editadas por la marca danesa Hay. Se destacan también una araña de cristal de corte francés y candelabros de diferentes tonos y tamaños, todo enmarcado dentro de una obra pictórica llena de color, creada por la propietaria.

Desde el pequeño vestíbulo del apartamento, típico de las residencias neoyorquinas, ya se puede apreciar una primera muestra del diseño propuesto. Francisca mantuvo las baldosas terracota originales del piso, pero introdujo un papel de colgadura temático en el techo, como un guiño a la herencia persa de su propietaria. A partir de ahí, se renovaron tanto los pisos de madera como los baños, la carpintería y la cocina, para darle nueva vida al apartamento.

En la sala y el estudio, la elección de piezas de mobiliario representativas del diseño de colección, como la silla Lana de Christian Siriano, marca un evidente ritmo contemporáneo. “Con este espacio luminoso y completamente abierto, que enmarca el fondo industrial de la ciudad, se necesitaba un objeto que estructurara la sala; la solución fue el sofá curvo de estilo mid-century, que se encuentra en el fondo. Luego llegaron las sillas italianas Lady Armchair, de Marco Zanuso, y el diván Cleopatra, de André Cordemeyer”. Un tapete geométrico e irregular acentúa el mobiliario, seleccionado personalmente por la colombiana en galerías y mercados vintage en Europa.

Una de las grandes sorpresas para Trujillo fue encontrar que detrás de esa fachada ejecutiva de su cliente existía una mujer con mente abierta y dotes artísticos: ella creó la mayoría de las obras expuestas en el proyecto. Con esto en mente, la diseñadora colombiana visualizó el corredor. “Era angosto y largo. Yo quería crear impacto visual, así como delinear los dos espacios, del público al privado. Desde el principio me di cuenta de que era la oportunidad perfecta para que esta área funcionara como su galería”, señala.

Los baños son una apuesta divertida y relajada, donde por medio de papeles de colgadura, espejos neón y murales se rompe la narrativa de un diseño típico del Upper East Side. “El enchape de baldosas blancas en forma horizontal a la altura del lavamanos es algo típico de Nueva York; por eso lo dejamos. Pero con el resto de los baños sí jugamos a proponer algo diferente de lo común”, añade la diseñadora.

Por otra parte, el verde aplicado a las paredes del estudio es el mismo que se utiliza en Nueva York para el cerramiento en vías cuando se realiza una obra del espacio público. Por este motivo, Trujillo lo eligió para conectar el lugar con la ciudad que lo alberga.

“Gracias al estilo fresco y ecléctico de la propietaria, en este proyecto en particular se hace evidente —para un ojo entrenado— una práctica que caracteriza la mayoría de mis trabajos: intervenir de manera sutil objetos, piezas y espacios, trayendo siempre algo nuevo a lo existente y creando así nuevas historias”, concluye la diseñadora de interiores colombiana.

Cinco puntos para destacar
1. La propietaria quería tener en este proyecto piezas con mucha historia, como la mesa Chippendale.
2. En el techo del vestíbulo instalaron un papel tapiz que hace referencia a la herencia persa de la dueña.
3. El corredor funciona como una galería de arte.
4. Se utilizaron papeles de colgadura en los baños para darles un aspecto más relajado y distendido.
5. El color es el hilo conductor entre lo clásico y lo contemporáneo.