Inmersa en un entorno completamente rural, en medio de la sabana de Bogotá, se encuentra esta vivienda proyectada para dos hermanos por Juan Manuel Fernández, director del estudio Veleta Arquitectura. El proyecto está conformado por dos construcciones independientes: una levantada en primera instancia para albergar áreas de soporte y servicio, huéspedes y espacios para caballos y otros animales, y la otra para los ambientes habitables principales.

La primera construcción sirvió como una especie de laboratorio: “En ella probamos materiales y les dimos pistas a los propietarios de cómo quedaría el diseño final de la vivienda principal. Aparecieron las cubiertas inclinadas en madera y las celosías de ladrillo, además de que se estructuraron los volúmenes en torno a un patio para que pudieran vivir lo que significa un espacio de estas características”, explica Fernández.

La filosofía detrás de este proyecto fue “mimetizarse e intentar formar parte, más que resaltar en el entorno. Siguiendo esta idea, definimos que el volumen de la casa principal fuera solo uno y no dos, para no tener demasiadas construcciones en el lugar, y con esta filosofía determinamos los materiales, como el ladrillo cenizo, la madera y la teja gris, que con sus visos se asemeja a los eucaliptos circundantes”.

La arquitectura de las viviendas

En la construcción principal se incorporan dos viviendas gemelas en un solo volumen arquitectónico, donde se albergan espacios de habitar segregados para los dos hermanos. Su diseño y distribución, a manera de dos eles enfrentadas que conforman un patio central, se establecen a partir del estudio de las condicionantes climáticas del lugar, buscando un emplazamiento sostenible que minimiza la huella sobre el entorno y, a la vez, maximiza la eficiencia en el uso de los recursos naturales. “Queríamos que ambas casas se beneficiaran del sol y de captar su calor, que tuvieran buena vista y pudieran relacionarse con las montañas y la naturaleza”.

A las casas se accede a través del patio central, un espacio intermedio que ofrece, además, un área de estar resguardada y protegida del viento. En él se recogen todas las aguas lluvias que recibe la construcción, se llevan a tanques y espejos de agua, y a partir de allí se recirculan y reutilizan.

La distribución de los espacios es igual en ambas viviendas, ubicando las zonas sociales de carácter más público en un primer nivel —salón-comedor-cocina, sala de estar y dos habitaciones— y llevando la alcoba principal a un segundo piso, para resguardar su privacidad.


El posicionamiento de las ventanas fue fundamental a la hora de definir el diseño, buscando potenciar siempre la relación desde el interior con su privilegiado entorno natural. “Desde cualquier lugar en que uno esté, la sala, el comedor o la cocina, tiene relación con la vista”. La apertura de las visuales no solo se centra en ofrecer panorámicas atractivas, sino también en generar un ambiente interior confortable, aprovechando las condiciones del clima.

Con ese fin incluyeron ventanas en esquina, que captan visuales más amplias sobre el paisaje y optimizan las entradas de luz natural. Además, la estrategia de incluir ventanas altas y lucernarios permite maximizar las ganancias térmicas durante el día, ayudando a calentar los espacios en las horas en las que el sol está en su punto más alto, mientras se minimiza la pérdida de calor durante la noche. “El sol es gratis, está ahí afuera, y es muy fácil sacar provecho de su luz y su calor. Las ventanas o los vanos deben diseñarse siempre en función del uso y de la relación con el sol y con el entorno”.

Detalles del diseño
Las dos viviendas son prácticamente idénticas, con pequeñas variaciones en algunos pocos materiales en sus acabados, y diferenciadas a partir de las elecciones en el diseño interior y mobiliario, desarrollado por el arquitecto Gabriel Lian y Ana María Zuluaga.

Los espacios comunes a ambas se ubican en dos vértices opuestos del cuadrado que conforman las viviendas enfrentadas. En uno de estos se hallan el parqueadero y el acceso principal, mientras que en el otro hay una zona de estar que incluye una terraza, zona de juegos, cocina, bar y un comedor exterior.

Los espacios de dispersión y encuentro están pensados para que los propietarios puedan disfrutar tanto de su vida interior como del entorno natural circundante, creando una zona intermedia que fomenta la convivencia, el ocio y la interacción en un ambiente relajado y distendido, en una relación con el paisaje de manera directa y sin barreras.

Cinco puntos para destacar

1. La casa busca integrarse armónicamente con su entorno rural, utilizando materiales y formas que se asemejan a la naturaleza circundante.
2. Se crearon dos viviendas gemelas, organizadas alrededor de un patio central, con el fin de minimizar el impacto visual en el entorno.
3. Las ventanas, estratégicamente posicionadas, aprovechan el clima y ofrecen amplias visuales hacia el exterior, optimizando el acceso de luz y calor natural.
4. El patio central recoge y reutiliza aguas lluvias, mientras la orientación y estructura de las viviendas priorizan un bajo consumo energético.
5. Las zonas compartidas, como la terraza y el comedor exterior, fomentan la interacción entre los habitantes y su conexión con el paisaje.