Cuando hacemos un recorrido rápido por la historia de la arquitectura solemos toparnos con diseños de edificios significativos, destinados a usos públicos y residenciales, en la mayoría de los casos.

Desde los templos y ágoras de la antigua Grecia hasta los complejos habitacionales de hoy, pasando por las casas célebres de la modernidad del siglo XX, la narrativa que cuenta el devenir de la disciplina está llena de ejemplos de este tipo.

Sin embargo, desde la Revolución Industrial, la arquitectura se ha ocupado de otra esfera mucho menos publicitada: la industrial. Encargada del diseño y la construcción de plantas de producción, almacenamiento y transformación de materiales y residuos, esta ha tenido un lugar marginal en la historia, salvo algunos pocos casos, como la Fábrica Fagus, diseñada por los arquitectos alemanes Walter Gropius y Adolf Meyer.

Lo anterior quizá se deba a que, en una fábrica, las personas desempeñan un papel relegado a las máquinas y los procesos, lo que parece sugerir que una construcción de este tipo solo puede ser un gran techo y cuatro paredes. Aun así, diseñar una planta industrial ofrece posibilidades para la arquitectura en cuanto a su materialidad e incluso a su espacialidad.

Este es el caso de la bodega Corazón del Sol, ubicada a cien kilómetros al sur de la ciudad argentina de Mendoza y diseñada por A4 Estudio, firma local de arquitectura. Los arquitectos complementaron las necesidades propias de almacenamiento de los vinos —en tanques y barricas— con un área administrativa, una cava y una sala para catas.

Esto permite atraer turistas a la zona y complejizar el uso del proyecto para que trascienda su condición utilitaria y abarque más aspectos. Se pensó para su función, pero también para el disfrute de quienes la visitan.

El propósito de la bodega
Mientras la escala del proyecto se determinó por las necesidades de la nave industrial, el recorrido turístico que incorpora mantiene una altura constante en estancias donde se introducen visuales del entorno exterior. Un sistema de quiebrasoles controla el acceso de luz natural al espacio, con el fin de evitar el asoleamiento excesivo y conservar una temperatura cómoda.

Los materiales utilizados se escogieron para establecer un diálogo con el paisaje árido de la región. Así, se configura un zócalo de concreto vaciado que se vincula con el suelo y parece emerger de él; a su vez, encima aparece un volumen en lámina de acero corten, que se mezcla con los tonos rojizos de la vegetación circundante.

Es cierto que una bodega puede ser, simplemente, un contenedor sin atributos, una caja cerrada, pero en el proyecto de A4 Estudio se entiende que este tipo de obras también deben tener arquitectura, y para lograrlo, vincularon el edificio con el turismo y fundieron su tectónica con el paisaje.