Esta casa parece vieja, pero es nueva: arquitectura que respeta la tradición

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Esta casa parece vieja, pero es nueva: arquitectura que respeta la tradición

David Zarzoso, cortesía Zooco Estudio

Rodeada de pinos y encinas, Casa Loredo está implantada en una parcela alargada, con vistas abiertas hacia el nororiente. Desde esta posición privilegiada, sus habitantes pueden apreciar la ciudad de Santander (España) y, al fondo, la bahía.

La ubicación de la casa en el terreno permite que desde el acceso principal se vea, al fondo, el mar.

“El paisaje ha sido una prioridad en el diseño de la vivienda, concebida como un gran mirador. Sus amplias superficies acristaladas permiten una conexión plena con el entorno y refuerzan la sensación de proximidad al mar”, explican voceros de la firma española Zooco Estudio, responsable de la obra.

Muros pantalla de hormigón armado, alternados con paños de vidrio, configuran la estructura de la casa.

Este es el segundo proyecto unifamiliar del estudio dentro de su serie Nueva Arquitectura Vernacular del Cantábrico (NAVC), con la que busca reinterpretar las técnicas arquitectónicas tradicionales de la región, adaptándolas a las necesidades contemporáneas. Y esta obra es una declaración que demuestra que es posible combinar lo tradicional con lo actual.

“Muchas veces, las normas vigentes se basan en tradiciones sin actualizar, lo que supone un desafío al diseñar viviendas modernas que respeten el contexto y la historia del lugar”, aseguran desde Zooco Estudio.

Detalles del diseño de la casa

Esta casa es una declaración de intenciones en cuanto a materialidad, pues sus ambientes reflejan honestidad, autenticidad y respeto por la tradición, a la vez que se reinterpretan las técnicas constructivas vernáculas españolas para plantear un diseño contemporáneo.  

Un claro ejemplo de esto es su fachada en mampostería de piedra caliza, una técnica artesanal de la región. “Este enfoque no solo permite que la vivienda se integre visualmente en su contexto natural, sino que también refuerza su identidad cantábrica”.

Así mismo, la madera aparece en elementos parciales de los paramentos y cobra protagonismo en los techos exteriores e interiores, dispuestos en lamas que enfatizan la direccionalidad de la casa hacia el mar; a su turno, la estructura está compuesta por muros pantalla de hormigón armado, alternados con paneles de vidrio, que configuran una arquitectura dinámica y funcional.

La orientación del proyecto implica una exposición directa a los vientos y lluvias del Cantábrico, lo que planteó un reto en materia de diseño. Para mitigar estos efectos, el equipo de arquitectos —conformado por Miguel Crespo Picot, Javier Guzmán Benito y Sixto Martín Martínez— emplearon estrategias como patios protegidos, porches y aleros que ofrecen refugio ante las inclemencias del clima.

Los porches y aleros proporcionan espacios cubiertos para las lluvias.

La distribución de la obra

En lo referente a su distribución, los arquitectos diseñaron una planta en forma de L para organizar el programa, con dos alas que funcionan de manera independiente o conjunta. Es así como la nave oriente-occidente contiene los espacios comunes y la habitación principal, la zona más utilizada de la casa. Por su parte, la nave sur-norte está reservada para las alcobas de invitados.

La disposición en el terreno de la casa es evidente en su entrada, donde las dos alas confluyen. A su vez, el juego de llenos y vacíos, junto con las transparencias, permite que el mar sea visible desde el acceso, reforzando la conexión con el paisaje.

Uno de los espacios más relevantes del proyecto es el área social, donde en una zona abierta confluyen todos los ambientes. La cocina se comporta como un módulo en medio del lugar, cuyo respaldo es lo primero que ven las personas al cruzar la puerta de acceso. A esta la apoyan una isla funcional, con una barra para dos sillas, y el comedor principal. 

La orientación del proyecto implica una exposición directa a los vientos y lluvias cantábrico, lo que planteo un resto en materia de diseño.

Luego, siguiendo el recorrido por la zona social, una chimenea que cuelga de la cubierta separa sutilmente la cocina y el comedor de la sala, donde un sofá en L recuerda la forma de la planta de la casa. Este último espacio se enfrenta a un ventanal de piso a techo para aprovechar las vistas. 

Casa Loredo es un ejemplo de cómo la tradición y la modernidad pueden convivir en armonía, proponiendo una arquitectura que dialoga con su entorno y responde a las necesidades actuales, sin perder su identidad.

Cinco puntos para destacar

1. Esta casa pertenece a la serie Nueva Arquitectura Vernacular del Cantábrico (NAVC), creada por la firma Zooco Estudio. 

2. La materialidad de este proyecto refleja honestidad, autenticidad y respeto por la tradición. 

3. En la fachada se usa mampostería de piedra caliza, técnica artesanal de la región. 

4. La madera tiene relevancia en los techos tanto interiores como exteriores de la casa.

5. La forma en L de la planta permite que las alas funcionen independiente o conjuntamente. 

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