Al cruzar el acceso —contenido en un traslúcido ventanal con una cuadrícula a doble altura—, se entra a un mundo en el que el lujo, de estilo galo, combina a la perfección con la tropicalidad atenuada que viste el lugar.

“Con Odiseo, buscábamos un espacio majestuoso, pero al mismo tiempo cálido”, comenta el diseñador del proyecto, Camilo Sighinolfi. Una espacialidad que lograron al demoler todo lo que irrumpiera la visual que tenían en mente. “Derribamos el segundo piso, e hicimos un refuerzo estructural. Fue la única manera de ganar la altura que queríamos”.

El diseño del restaurante Odiseo
En este restaurante todo está diseñado para entretener la vista, desde el recubrimiento acústico del techo pintado en azul petróleo —de donde descuelgan cuatro columnas contiguas vestidas en espejo bronce, madera y mármol, que le dan un interesante efecto al salón— hasta cada detalle en vigas y paredes.

Uno de los elementos más llamativos dentro del recorrido visual y funcional del proyecto es la barra del bar. “Aquí teníamos una altura tan imponente que hicimos una estructura en bronce de piso a techo para poder surtirla de botellas, cristal y elementos decorativos”.

Las cabinas privadas, con sofás abullonados tapizados en cuero azul turquesa y mesas de mármol, son otro segmento del lugar que también atrae las miradas.


Para terminar y jugar un poco con la tonalidad del espacio, Sighinolfi quiso contrastar los materiales frescos y cálidos de la madera y la losa hidráulica con un toque de brillo al incluir poliuretano high gloss en las puertas de los baños y la cocina.