Un bar en Bogotá cuya decoración crea un vínculo tangible entre el pasado y el presente

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Un bar en Bogotá cuya decoración crea un vínculo tangible entre el pasado y el presente

Iván Ortiz

Situado en la calle 74 con carrera 5 de Bogotá, el nuevo bar de la sede del Jockey Club representa un verdadero homenaje a la historia y elegancia del establecimiento, al tiempo que abraza la modernidad. 

Laura Urrutia y Verónica Parra. Fotografía: Mónica Barreneche, cortesía Laura Urrutia .

Adecuado, decorado y amoblado por Verónica Parra y Laura Urrutia, el espacio se erige en un edificio contemporáneo —obra del arquitecto Carlos Campuzano—, que respeta la casa original de estilo inglés del siglo XIX. Esta fusión arquitectónica establece una experiencia donde lo antiguo y lo nuevo coexisten en armonía.

El diseño del bar

La vivencia del lugar es envolvente. Al ingresar al bar, los visitantes se ven inmersos en un ambiente cálido e informal, diseñado para fomentar la interacción social. La fluidez entre el edificio moderno y la casa histórica se logra mediante una disposición estratégica de los muebles, que invitan a los socios a disfrutar de la colección de publicaciones de Villegas Editores. Esto no solo enriquece el espacio, sino que celebra la rica trayectoria del Jockey Club, además de que crea un vínculo tangible entre el pasado y el presente.

En el bar se destaca el uso de grandes ventanales que inundan el interior de luz natural, acentuando los contrastes entre los acabados contemporáneos y los elementos clásicos. La iluminación también resalta la casa original como el corazón del espacio, simbolizando el legado del club. Los materiales elegidos, como la madera panelada y las bibliotecas con fondo rojo, evocan la solidez y la elegancia que caracterizan al Jockey Club, y refuerzan su identidad.

En el trabajo de Parra y Urrutia se integra lo nuevo con lo antiguo, respetando la historia del lugar. Cada detalle, desde la elección de colores hasta la disposición de los muebles, revela una profunda consideración por el contexto cultural e histórico.

Este enfoque multifacético convierte el bar en un ambiente de encuentro, aparte de que lo dota de una profundidad que invita a los visitantes a explorar y apreciar su rica herencia. Así, el bar se transforma en un espacio vivo, donde la tradición se celebra y el presente se abraza con elegancia.

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