Un restaurante que reivindica el patrimonio arquitectónico de Bogotá

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Un restaurante que reivindica el patrimonio arquitectónico de Bogotá

Iván Ortiz

Durante las tres primeras décadas del siglo pasado, Colombia inició un proceso de modernización sin precedentes, que transformó la sociedad por completo y, con ello, la arquitectura. En ese entonces no existían escuelas de arquitectura en el país, de modo que los arquitectos eran extranjeros o colombianos formados en el exterior, principalmente en Europa y Estados Unidos.

Esto explica por qué la arquitectura de principios del siglo XX es heredera de los estilos europeos, que en aquella época eran —en su mayoría— clasicistas, es decir, reproducían las formas del mundo clásico —Grecia y Roma—. El estilo neoclásico agrupa los edificios que reproducen ese lenguaje.  

Uno de los mejores exponentes de arquitectura neoclásica en Colombia es Casa República, una de las residencias burguesas más representativas de la arquitectura bogotana del periodo que los historiadores denominan “primera modernidad” —iniciada en la década de 1930 y caracterizada por la introducción de nuevos conceptos de escala internacional—.

Recientemente fue intervenida por la diseñadora de interiores Lina Salazar, con el propósito de albergar Adriano, un restaurante español que combina influencias tradicionales y contemporáneas. De ahí que su interior gira en torno a la unión entre tradición y modernidad.

La renovación de la casa

Los elementos de corte neoclásico están presentes en la fachada, que se conserva intacta y hace alarde de su pórtico monumental, compuesto por seis columnas jónicas que soportan un entablamento y un frontón a dos aguas, características de los templos griegos que se reinterpretaron en este estilo. 

Las ventanas son “típicas” del Renacimiento italiano —que también forma parte de las referencias neoclásicas—, aspecto que se hace evidente en su geometría cuadrada y el uso de postigos. “La fachada se restauró por completo. Tuvimos que lavarla e impermeabilizarla, y restaurar la madera de las puertas y los postigos. Además, introdujimos cinco mil plantas y un mobiliario tipo bistró para recuperar los jardines”, comenta la diseñadora. 

El interior contiene relevantes elementos neoclásicos, como las imponentes escaleras de madera cedro, la chimenea del salón principal —que rememora una que se encuentra en la Casa Blanca— y las molduras de los techos, al igual que algunos bienes muebles de carácter patrimonial, como un espejo de grandes dimensiones importado de Francia, un candelabro y varias obras de arte.

“Esta casa había sido la sede del Club Médico de Bogotá desde 1960. Se le habían hecho algunos cambios, como pintar de dorado los techos, lo que para mí desvirtúa los atributos físicos de un elemento tan significativo. Lo mismo pasaba con las escaleras, que estaban pintadas de blanco, lo que tapaba la belleza de la madera natural. Por esta razón, recuperamos la apariencia original del techo y las escaleras, y adicionalmente restauramos el conjunto de obras de arte antiguas”, explica.      

Los detalles de la arquitectura del restaurante

Por otro lado, las dificultades derivadas de la falta de mantenimiento obligaron a la diseñadora a realizar numerosos arreglos. “Otro problema fueron las redes, que seguían siendo las mismas desde que se construyó la casa, por lo que tuvimos que hacer una obra civil para cablear la totalidad de la casa y evitar así el uso de canaletas”. 

El resultado de este trabajo es un ambiente glamuroso, una armonía entre el pasado y el presente que se materializa en la exuberancia material y formal. Mármoles, madera, tapices y tejidos se combinan para crear contrastes únicos: juegos de claros y oscuros y una atmósfera teatral difícil de olvidar.  

Así es como este nuevo restaurante reivindica el patrimonio arquitectónico de la ciudad, al tiempo que exalta la cultura gastronómica española. Adriano es, sin duda, una experiencia memorable.  

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